¡Ojo, una premisa! Este articulo te va a robar un par de minutos más de lo habitual! Si no tienes tiempo ahora ponte una alarma en el móvil para más tarde. “Oye Siri, recuérdame esta tarde de leer el articulo del urólogo italiano ese!
Vamos allá. Para pasar conceptos, como en otros artículos de mi blog, me viene comodo construir un escenario y fantasticar con ello.
Imaginamos el siguiente: Pareja de toda la vida juntos desde hace más de 20 años o primera cita, da igual. Venus en conjunción con Urano, luna llena, tripleta de Messi, ha llegado un aumento de sueldo, los hijos al campus de verano, fuera llueve fuerte. Combinación de eventos perfecta para, como lo llaman los anglosajones un “sexual intercorse”, entre nosotros mejor conocido como “polvo”.
Bien entonces, un par de besitos, caricias, unas de aquellas palabritas que ya saben (para quien suele decirlas) y estamos desnudos con nuestra pareja en la cama. Nada más empezar y… la erección se va.
Si te suena familiar el cuadro, aumento de sueldo a parte, vamos a ver que pasa luego.
Queremos volver a encontrar la excitación pensando a lo que más nos gusta, lo que más nos pone. Queremos volver al estado de unos minutos antes pero nada, la situación parece irrecuperable. Nos ponemos nerviosos, le debemos a la pareja el placer que nos está pidiendo y no logramos. Nos da miedo decepcionarla. Empezamos a buscar una fantasia, un recuerdo, hasta una película, algo que nos pueda ayudar. Pasan los segundos. Estamos oficialmente enfadados, nos hemos perdido.
Puede que el problema sea fisico, una disfunción eréctil vascular o las pastillas de la tensión, pero en nuestro escenario tenemos una salud perfecta y ninguna posible causa “fisica” para lo que está pasando. Se trata así, de un episodio de disfunción eréctil emocional.
Alguien podría decir: “Pero es mi pareja de toda la vida, como me voy a emocionar?” o “Io no soy un tipo nervioso, manejo bien el estrés!” No, no, no. No es de esto que se trata. No se trata de dejarse o menos inhibir. Se trata de que, con buena probabilidad, aún no tenemos bien claro un concepto fundamental del sexo. El concepto es el siguiente: no somos responsables de nuestras erecciones. Eh si, lo repito: no somos responsables de nuestras erecciones. No es un brazo, ni mucho menos un dedo que si lo queremos mover, solo hay que pensarlo. No hay un comando de activación ni el botón de reset. El pene se mueve solo, se erecta solo. Es como si fuera el brazo o el dedo de otro. ¿Podemos mover el brazo o el dedo de otro solo pensandolo? ¿A que no? Pues así va la erección.
Asumido que el pene va a su bola, la pregunta es: ¿Cómo es su bola? O sea, ¿cuál es el principio que hace mover el pene, que lo pone duro? La respuesta es la clave del tema. El principio que erecta el pene es el placer que sentimos y no el placer que ofrecemos. El pene se queda erecto si siente placer y pierde la erección cuando nosotros empezamos a pensar y nos enfocamos sobre el placer que deberíamos estarle dando a nuestra pareja.
El alguien de antes podría decir: “Pero yo pierdo la erección antes de ponerme nervioso, antes de preocuparme por mi pareja, cuando aun siento placer”. Es posible, pero también es posible que no y sin darte cuenta dejes entrar, aunque solo por un instante, un pensamiento que te aleja del placer lo suficiente para que el pene pierda interés, y llega el gatillazo.
Es muy parecido a cuando nos perdemos por las calles de una ciudad. Estamos yendo bien cuando, de repente, ya no sabemos adonde estamos. ¿Qué hacemos? ¿Verdad que si continuamos a andar cómo locos a la búsqueda de la dirección correcta, pensando obsesivamente que nos hemos perdido y que llegamos tarde, es poco probable que nos ubiquemos? ¿No funciona mejor si nos paramos un segundo y nos miramos alrededor? ¿No es mejor dejar la prisa a un lado y orientarnos con calma?
Así tiene que ser con la erección. Estamos yendo bien y de repente nos perdemos. Vale. Mejor no dar vueltas a la cabeza como locos, buscando pensamientos placenteros. Mejor pararse y orientarse. Cuando el pene pierde fuerza, la mayoría de nosotros la persigue y allí está el error. No siendo responsables de mantener la erección no podemos “hacer que vuelva”. Por lo cual la unica es confiar en el cuerpo.
No vinimos a este mundo con un manual de instrucciones. Esto es porqué hay funciones que no necesitan que nos enteremos de cómo van, de cómo “funcionan”. Comer por ejemplo. Cuando nos entra hambre, no hace falta que la interpretemos. Nunca he escuchado a nadie preguntarse ”¿Pero qué será esta sensación que tengo aquí en el medio del abdomen? ¿Qué se supone que debería hacer para que se vaya?” ¿Verdad que en aquel momento es automatico que si ves una tortilla de patatas le das un mordisco? ¿Y es verdad que no hace falta pensar “Abrir la boca, apretar, abrir la boca, apretar” para masticar?
Lo mismo pasa con el sueño. ¿Verdad que es inequívoco lo que debemos hacer cuando nos entra sueño para que se nos vaya? ¿Y es verdad que es automatico? ¿Que solo tenemos que buscar un sitio, pero cómo hacer para dormir esto es totalmente fuera de nuestra responsabilidad?
La naturaleza o Dios NO nos ha dado la responsabilidad de nuestras funciones vitales, si así fuera ya seríamos extinguidos hace unos milenios. Comer, dormir y también echar polvos son las tres actividades que nos han mantenido vivos desde el amanecer de la humanidad.
Así que cuando no se te levanta dile a tu pareja: “No soy responsable de mi erección”. Eso dile.
En conclusión, dejamos que el cuerpo haga lo que sabe hacer en automatico, sin molestarlo con pensamientos y agobios. Si perdemos la erección no nos movamos, dejamos el pene cerca de donde lo queremos meter y esperamos.
Adivinad que va a pasar.